LA GUARRA DE LA SUERTE

21 de Febrero de 2016

UNA CUESTION DE SUERTE (Fozzie)



Ir de montería con Gonzalo (Fozzie 4) era siempre sinónimo de buena suerte, metía la mano en los sobres y… traviesa, hacer cupo, lances preciosos con remates a cuchillo incluido, todo un lujo vamos…

Cuando estuvo un poco más “entero” Gonzalo empezó a ir de esperas. Como todos, las primeras son esperas perdidas. Que si juego con la “play”, que si paso las páginas del “Diario de Greg” haciendo todo el ruido que puedo, que si ahora pi-pi, que si ahora una patadita a la piedra del suelo, con coscorrón incluido (y es que los pobres, a pesar de la ilusión, se aburren…). Ni si quiera la técnica paterna de irte a puestos bastante alejados (60-80 metros) y embutir al niño en el blind daban resultados con Fozzie 4…

Tan sólo una vez, hace ya unos años, entro una piarilla y va su padre y falla!!!!


Pero Gonzalo insistía en acompañar a su padre cuanto podía, aunque parece que su padre aprovechaba para ver guarros sólo cuando no iba él y no digamos matar...


Este año Fozzie 4 acompañó a su padre en todas las esperas que pudo de primavera y verano, hasta que a finales de verano tuvo que ayudar a sacar a su padre del tentadero, tras la cogida que sufrió en la capea a la que él le había pedido que le llevase, la otra gran afición de Gonzalo. ¡Adiós a la temporada de caza!


FOZZIE 4 con 10 años


Cuando casi a finales de Enero, los amigos empezaron a llevar al padre de espera, el desánimo y el frío empezaron a hacer mella en Gonzalo, quién prefería quedarse a jugar con su equipo de rugby y luego dormir calentito…


Pero el padre, el primer día que va, mata un guarrete para que se estrene Cartucho. A Fozzie 4 le asaltan las dudas que llevaba mascullando hace tiempo… ¿le daré mala suerte?.


La siguiente vez que va, de nuevo sin él, va y mata un guarro bastante grande. Ya no hay duda y así se lo expresa a su padre cuando recibe el Whatsapp: “Papa, soy yo que te doy mala suerte”. Ahí saltaron las alarmas!!!


En las esperas de verano de ese año su padre había notado un claro cambio en el comportamiento de Fozzie 4 en el puesto, ya de esperista de verdad, y estaba dispuesto a demostrárselo. Pero el tercer guarro muerto en menos de un mes hizo que Gonzalo, mirando a la cara a su padre, le dijera: “Lo ves papá, soy yo que te doy mala suerte cuando voy”.


La decisión estaba tomada. Quedaba el último fin de semana de la temporada y las cosas debían quedar claras… NOS LA JUGAMOS!!



EL HIJO (Fozzie 4)


Aquel día 20/2/16 , sábado, me desperté , cualquiera diría que era un día normal , en el que por la tarde me iba a ir de espera , pero eso no fue así , empecé el día desayunando, luego estudié, y entre mi padre, su socio y yo hacíamos chistes sobre quien mataría esa noche. A las 17:30, aproximadamente ya estábamos puestos, mi perro, metido en la bolsa de mi padre, mi padre con todo listo, hoy llevaba él mi arma habitual, y yo, también con todo listo, pero hoy con el arma de mi hermano que no había podido venir.




Días antes , nuestro socio ya había visto 40 guarros , que le entraron desde las 18:30 aproximadamente, por eso nos pusimos a esa hora, a las 19:00 aproximadamente ya se había hecho de noche , y yo debido a la hora que era ya pensé que esa noche no pasaría nada tampoco.


Durante toda la noche habíamos estado escuchando pasos, y a las 18:15 aproximadamente había escuchado pasos que se acercaron mucho, le avisé a mi padre, pero a los diez segundos no se le ocurrió otra cosa que hacer mucho ruido, en ese momento fue cuando me di por vencido, era muy pronto, pero debido a que ya había pasado la hora prevista, decidí intentar dormirme, no aguantaba mucho tiempo dormido, debido a que cada minuto escuchaba pisadas , pero ese día había mucho viento , así que muchas veces me confundía así que empecé a pasar un poco de los ruidos.


Pero a las 20:31-32 escuché ruidos muy cerca y enseguida miré al sitio de donde provenían, rápidamente avisé a mi padre y él, que llevaba un rato viendo entrar a los jabalíes, me señalo el lugar en el que estaban, en cuanto estiró el brazo yo no sabía porque lo hacía, pero en cuanto miré les vi, los dos primeros segundos no sabía lo que pasaba, pero en cuanto me di cuenta me puse muy nervioso, no me lo podía creer, el corazón se me iba a salir por la boca, mi padre empezó a susurrarme cosas como: recuerda quitar el seguro, no hagas mucho ruido, etc  , pero como estaba tan nervioso no escuché nada, mientras yo no le escuchaba me dijo: espera un poco que al final hay uno más grande, pero con los nervios ni me enteré.


Fui muy poco paciente y apunté al primero en cuanto se paró, pero con los nervios apreté 10 veces el pulsador de la linterna, haciendo que la linterna se encendiese y apagase 10 veces, hasta que la miré para ver por qué se encendía y se apagaba, y le di bien, pero al llegar al seguro me pasó lo mismo más o menos, apreté 10 veces delante del gatillo cuando resulta que estaba atrás, hasta que mire, y le di bien, apunté, me pareció que el guarro me miró a la cara, puse el dedo en el gatillo y…




EL PADRE (Fozzie)


Lo venía comentando con mi socio las últimas semanas. Gonzalo pensaba que me daba mala suerte y se estaba desanimando con las esperas. Tenía que solucionarlo y rápido, pero los cochinetes no dejaban de entrarme… vaya SUERTE al final de temporada…


La semana anterior habíamos probado unas charcas nuevas, en que nos dejaron ponernos después de que algún chorizo nos aliviase el problema de tener que reponer maíz en nuestros comederos… En una de ellas a mi compañero le habían entrado 40 guarros la misma noche, de los que se quedó con uno que ha dado una tabla más que decente. Pensamos que de todos los que entraron, antes de hacer chicha, alguno repetiría casi seguro, así que LA SUERTE ESTABA ECHADA allí se iba Gonzalo.


Ultimo fin de semana de la temporada, esta temporada que me he pasado en la cama, y coincidía con luna llena. No podíamos hacerlo de otra manera. Nos fuimos todo el fín de semana, Gonzalo nos acompañaría pero tenía exámenes a la semana siguiente y decidió que se quedaba a estudiar en la Casa Rural y que sólo iría de espera el sábado, cualquiera le decía que no estudiase pero… NOS JUGABAMOS TODO A UNA CARTA.



El puesto es un barbecho, al que entran por todos sitios, que tiene una charca-baña de arcilla, llena como medio metro de agua, cerca de una chaparra. Todo alrededor son chaparras de unos tres-cuatro metros de altas inmersas en un pinar en el que este puesto supone una isla.


Los guarros le empezaron a entrar a mi compañero casi desde que se sentó, por lo que teníamos bastantes esperanzas que pudiera tirarlos de día, mejorando las opciones de acierto y simplificando el tema de encender linterna, etc… El aire nos las prometía felices con un viento algo más que suave y cruzado desde la izquierda aunque enseguida se puso revolcón, por lo que me tenía en una situación inquieta, a ver si íbamos a dar al traste con la jugada.


Nos pusimos a unos treinta-cuarenta metros de la charca, lo más pegados al monte que pudimos, con buena visión y un poco girados por si también nos entraban desde atrás. Iba a ser una noche fresquita, por lo que metimos a Cartucho dentro de mi bolsa, con  hueco para que sacase la cabeza si quería, eso le daría calorcito y evitaría movimiento, pues la bolsa andaba demasiado a la vista en el barbecho.


Nos preparamos y nos pusimos en “modo silencio”, bien aguantado por Gonzalo y Cartucho, que yo creo que ambos van apuntando a ser buenos aguardistas. No sería más de las cinco y media, si se cumplían las previsiones en un rato teníamos el primer guarrete en plaza.


Al rato empezó a moverse el monte alrededor del barbecho, pero frente a lo pasado la semana anterior, ninguno se movía a la vista, todo ocurría bajo la protección de las chaparras tras las que sólo podíamos adivinar el desplazamiento de los guarros cada no demasiado tiempo. A veces era claro el paso de piaras, a veces sentíamos la pisada solitaria sobre la ojarasca.


Me llamaron la atención dos sonidos. Uno, por la orilla contraria a donde estábamos, en la que un solo animal iba avanzando despacio hacia la charca, se le oía muy claramente a unos veinticinco metros de nosotros y algo debía atufar pues, con el aire proveniente desde allí, Cartucho saco la cabeza de la bolsa venteándose con el aire siempre en el sentido del ruido. Por un momento pensé que ladraría y nos daría al traste con la apuesta. El guarro llegó a la esquina de los chaparros y se paró. Verás, pensé, a que todavía mata uno grande… Pero el animal empezó a alejarse y no dio la cara. El segundo, una piara que nos pasó al lado, entrando desde atrás, que pensé que nos iban a pisar, pero finalmente avanzaron tapados por las chaparras y no rompieron a la baña. Muy emocionante por la cantidad de ruidos, pero no rompían…


No me puedo creer que no le vayan a entrar los guarros, pensaba… Las siete, se hizo de noche y mis temores crecían, ¡Joé, que mala SUERTE!


El monte y el viento parecía que con la despedida de Lorenzo habían decidido callarse y su novia Catalina empezó a lucir esplendorosa, de esas noches que da sombra, hasta el punto que tapé mi arma con la manta para evitar el reflejo, pues yo me había colocado en la parte más alejada de las chaparras, pensando en que haría menos ruido y menos movimiento. Aunque reconozco que esa noche mi pequeño esperista supo aguardar más tranquilo y reposado que su padre que, cada vez que oía una pisada, intentaba empujar los guarros al claro aunque fuera con la mirada.


Me pilló casi por sorpresa, se pasó del silencio a la avalancha, sentí mucho ruido de golpe, hasta el punto que pensé que era Gonzalo pisando la hojarasca (supongo que cuestión de los Peltor que los tenía más altos de lo normal para intentar avisar a mi hijo con el mayor tiempo posible). El caso es que sentir el ruido y parecerme ver una sombra en el barbecho casi fue todo uno.


Enseguida me eché los binoculares nocturnos a la cara para, con una sonrisa en la cara, identificar un par de primalones que avanzaban lentos hacia la baña. Pensé: ahí tienes tu oportunidad Gonzalo!


Cuando iba a confirmárselo, vi un tercero, y un cuarto, y un quinto!! Gonzalo ya notaba las sombras e hizo la seña convenida, al notar su ligero toque le señale donde estaban y sin dejar de observarles con los binoculares por si con algún movimiento nuestro daban una carrerita, empecé a hablarle a Gonzalo lo más calmado que pude:
   - Gonzalo, ahí los tienes, vas a tirar.
   - Ahora tranquilo, búscalos con el visor, cuando lo veas quita el seguro y entonces enciende la luz.
   - Apunta bien, tranquilo, hay tiempo, son cinco…

Pero él ya iba a lo suyo, como una magdalena, sentía como ponía sus manitas en el rifle y buscaba desesperadamente botones de todo tipo…

   - Tranquilo, tranquilo… Le susurraba yo con la voz jadeante por mis nervios


En ese momento vi la entrada de un sexto guarro. La guarra era la quinta, por el tamaño, y ya le había aleccionado para que no la tirara si entraba una piara, pero éste era distinto, no más grande que la guarra, pero culo escurrido y después de que entraran los demás… empecé a susúrrale a Gonzalo…

   - Gonzalo el de la derecha, el de la derecha que parece macho…


Sentí la luz que parpadeaba varias veces, le estaba dando al pulsador en vez del interruptor y su falta de experiencia le estaba jugando una mala pasada… A cada fogonazo veía que los dos primeros guarretes estaban más en alto, por delante de la charca, se veían mejor, mientras los últimos y el supuesto machete estaban más bajos, en el borde, bebiendo tranquilamente.

La luz se había encendido definitivamente.


Yo no paraba de decir, apunta bien, el seguro, al de la derecha… repitiéndolo un par de veces. Iba a repetirlo la tercera cuando…



EL NOVIAZGO (Fozzie 4)

…PUUUUM


A las 20:33 ya estaba muerta, y yo no sabía como reaccionar, vi como todos los guarros salían corriendo, excepto una, vi como salía polvo de su lomo, y como mientras todos los de su alrededor corrían ella caía en el sitio, como seguía estando súper nervioso me costó otra vez apagar la luz bastante, y el seguro no lo puse hasta cinco segundos después, debido a que de los nervios se me olvido, en cuanto ya había hecho todo miré a mi padre , y me dijo: felicidades , pero ¿le has visto caer?, yo le respondí que si, y le dije lo que había visto, mi padre escribió a todo el mundo lo que había pasado con la frase: VIVA EL NOVIO!!.


El primero: nuestro socio, mientras que mi padre me cogía el arma le llegaron muchísimos mensajes dirigidos a mí, felicitándome, como no podíamos hablar por que quedaba mucha noche, paro no hacer ruido, agitábamos los brazos un poco y moviendo los labios decíamos : vamos, mi padre susurrándome me dijo : ahora mismo soy la persona más feliz del mundo , y yo le dije que si , por qué como  yo seguía súper nervioso , aunque estaba súper contento estaba más nervioso.



A las 23:00 el socio vino a recogernos, y nos dijo que le esperásemos para que su perro también pudiese buscarla, y así lo hicimos, y mi padre, por haberme hecho novio  decidió hacer el “ritual” de entrada al mundo de los cazadores .

A esto he de aportar 4 cosas :

1: Mi padre nunca había matado conmigo en una espera.
2: Ese mes tanto mi padre como su socio habían matado , y yo no.
3: Era la primera vez que disparaba a un guarro.
4: La bala hizo una cosa muy extraña, y rebotó con una piedra o algo del estilo , y 2 o 3 días después descubrí que había matado 2.



COROLARIO (Fozzie)


Tenía todos a la vista cuando me sorprendió el tiro y que rabia me dio cuando vi que el macho daba unos pasitos hacia atrás, giraba y salía como alma que lleva el diablo, seguido de todos los demás… todos? NO!!!! El guarro de la izquierda, el que entró el primero, el que mejor se veía porque estaba fuera de la charca, caía en el sitio dando poco más que cuatro patadas como último extertor de su vida. Había matado!!!

Viva el novio!!! Que abrazo le dí!!!

Por fin, a la mierda la mala suerte!!!


Estaba él, y creo que yo también, tiritando por los nervios del lance y no hacíamos nada más que hacernos señas en silencio en señal de victoria. Enseguida empecé a darle al whatsapp, empezando por nuestro socio, que por su proximidad había escuchado el tiro seguro. La familia, amigos, algunos foreros que cometieron algún día la imprudencia de conectar conmigo y hasta su profesor, a la sazón arquero y esperista también. Los pavos apenas parecían codornices al lado de lo hinchado que me encontraba!!!


Era pronto y todavía había posibilidad para mi socio o para mí de rematar está maravillosa tarde-noche, que finalmente quedó como estaba. A excepción que Gonzalo, tras pringarle la cara la sangre de su guarro, pasó a ser Fozzie-4 por pleno derecho.





Curioso, el tiro rompió las costillas altas y subió a la columna, reventando con la cavitación entre otras partes los lomos (a por los que íbamos). A los pocos días nos llamó el guarda de la finca vecina  por que al ver los buitres se había acercado encontrado muerto otro primalón, cerca de la charca, por donde salieron corriendo. Pero habían dado un ganchito cerca al día siguiente y a mí no me pareció que hubiera al tiro un guarro detrás del que vimos caer. Algún rebote?, Alguno que le pegó la bala tras pegar en la espina dorsal? En esa duda estamos, pero sin duda habría sido una cuestión de BUENA SUERTE !

PD. Unos días más tarde pudimos corroborar el doblete, encontrando los restos del segundo guarro a escasos metros metido en el monte, sin duda Gonzalo es un tío con buena suerte!!!



EL GRAN... MACHITO

2 de Febrero de 2016

Después de un buen lance, no se puede subestimar el siguiente ...

Hay momentos en que los lances parecen perder valor únicamente porque recientemente se nos ha dado bien con un buen trofeo ... Pero cuando se ha ido varias veces a la cita y aunque a veces el resultado no es lo que se espera, quedarse con un guarro de espera es siempre un éxito porque significa que has hecho las cosas bien. Las visitas fallidas anteriores te lo recuerdan ... y si, como yo, no le das mucho bombo al trofeo aunque por supuesto sin menospreciarlo, el lance se impone.

Había conseguido un buen guarrete recientemente, el Guarro del Beso, casi al mismo tiempo que algún zorro de dos patas había "limpiado" todos los comederos del coto. Nuestro arrendador nos permitió cazar el último mes de la temporada en su coto, colindante con el nuestros, que tiene una serie de charcas y bañas dispersas por el mismo.

Una de ellas, que llamamos "la del Refugio" debido a su proximidad a una de estas estructuras ubicada en mitad de un pinar, ya había pagado su tributo societario con una gran guarra.

Rota mi sequía de éxitos en la caza, que duró más de dieciocho meses, abatiendo un pequeño primalón con el fin de que Cartucho mordiera al fin un guarro mío, volví a ponerme en modo "selectivo" para ver si daba con algo de mérito.


 
El primalón de Cartucho. No le perdía ojo ni en mis brazos...

Por lo tanto, la semana siguiente al primalón decidí ponerme en la charca del Refugio que, como no la conocía de antes, tuve que revisar y echar un vistazo a las trochas de entrada y salida existentes. Había tres entradas claras: desde el este, desde el suroeste y del oeste, casi coincidiendo con tres caminos que concurren en dicha charca. Pero la fortuna quiso que ese día soplara aire del este y allí había que ponerse, muy cerca de la pista del oeste, con el aire de cara, a sólo 25 metros de la charca, cubriéndome apenas por detrás con una chaparra que tapara mi silueta un poco, y a poco más de tres metros de la trocha, que quedaba a mi derecha.


Sin saberlo, había calibrado erróneamente la brújula del reloj y resultó que la trocha del oeste realmente era del Noroeste, por lo que el aire fijo llegaba un poco cruzado de mi izquierda, lo suficiente para que al menos cuatro veces me sacaran los guarros a menos de diez metros detrás de mí, tras entrar francamente por la trocha, saludando como despedida a base de resoplidos que me dedicaban cortesmente... Mi situación postoperatoria me impedía moverme de forma independiente, por lo que no pude hacer nada para corregir el error de mi posición.

El jueves de la semana siguiente tuve la oportunidad de hacer con el Guarro del Beso, teniendo la oportunidad de repetir espera el fin de semana. El sábado repitió el aire del este, pero esta vez me coloqué en el camino que salía hacia el suroeste desde la charca,  a unos 50 metros,  comenzando a menguar mi querida Catalina esperaba que los guarros comenzaran a desfilar por la izquierda de la charca en su entrada hacia ella.

La charca del Refugio desde el SW

Que bonito poder observar el cielo infinito entre las ramas de los pinos que, en ausencia de luna, permite ver la aparición uno a uno de los puntos del estrellato. Me sentí sorprendido cuando, ya de noche y sin que hubiera aparecido la menguante, observé con los binoculares nocturnos los ojos de un zorro que se acercaban por la derecha directo a la charca, casi desde el camino principal, donde estuvo un buen rato bebiendo y dándome tiempo para disfrutar del raposo. Tras dos horas de oscuridad sentí claramente una guarra que, gruñendo todo el tiempo, pasó al trote por mi derecha y paralela al camino principal pasándome a no más de quince metros pero sin darme la oportunidad de distinguirla en la oscuridad.


Finalmente, empecé a sentir un ruido de pasos a mi derecha, acercándose hacia la charca. Me clavé los nocturnos a los ojos como si me fuera la vida en ello y empecé a observar tratando de identificar por donde venía, buscando sobretodo el camino que había seguido el zorro, trocha común de los ulteriores cochinos... No paraba de mirar la zona de la charca, a cinco decenas de metros de mí, mientras escuchaba ya literalmente los pasos enfrente. Debería estar ya en el agua y no veía nada!!. Los oídos me decían una cosa y los ojos otra, algo no cuadraba. Tomé la decisión de mirar a simple vista, sin los nocturnos, para salir de dudas. Tenía un guarro de unos setenta kilos parado delante de mi, a no más de quince metros, en línea recta con la charca !!!! Intenté encararme el rifle pero cerca y sin nada que me tapara, el guarro notó el movimiento brusco, fruto de la sorpresa y de los nervios, arrancándose al trote sin darme la menor opción de evaluar el trofeo y mucho menos de tirar, lo que se dice vulgarmente "dejarme con un palmo en las narices"...



Total, que ni los guarros entraron por donde la otra vez, ni la tecnología peltor-armasight se coordinaron, ni parece que los astros indicaran que esa noche tocara "gresca". Ya me parecía mucho haber cascado a dos seguidos, seguro que volvía a mi sequía pertinaz...

Pero el final de temporada se acercaba y repetí a mediados de la semana siguiente.. Estaba encelado con la charca y, por fin, el aire venía bueno, del oeste. Tocaba ponerse en el camino del SE...

La charca del Refugio desde el SE

Era la tercera vez que me ponía, esta charca me estaba enganchando, pues siempre veía pero siempre me la liaban. Esta vez, con el aire de cara de nuevo, si entraban como el primer día me entrarían de frente, si venía la cochina gruñona pasaría entre la charca y yo, el guarro del palmo de narices entraría por mi izquierda y todos sin cogerme el aire... a ver que pasa, pensé mientras me ponía en "modo silencio".


No estuvo muy animado el anochecer, aunque no hay nada que a un esperista le relaje más que los sonidos y movimientos del campo al oscurecer. Tórtolas, palomas y conejos parecen avisar al monte que es hora de cenar antes de encamarse y el cambio de temperatura, a la caída del sol, parece avisar que los grandes mamíferos están despertando de su descanso en lo más profundo del monte. Y los olores... ese regalo de la naturaleza que complementa nuestros instintos de acecho con el amor por el medio en que se desenvuelve la actividad.


Así, sin luna, la noche me tenía envuelto en mis pensamientos, aparentemente desconectado del medio pero con la vista y el oído acechando, mientras la cabeza vuela  y se va posando ahora en el trabajo, ahora en la familia, ahora en... yo que se cuantas cosas.

Pero el esperista, aunque esté dormido, incomprensiblemente siempre tiene el oído alerta...

click !!


Sonó una piedra y mis ojos empezarón a escudriñar en la noche, mientras mi mano tanteaba a oscuras por encima de la bolsa de esperas en busca de mi accesorio nocturno. Ya con los binoculares en los ojos, no me costó mucho encontrar al guarro que, solitario, deambulaba por los alrededores de la charca.


Tenía hechura de macho, con el culo caido, pero al pasar por delante de la charca vi que apenas llegaba a la altura del cemento, por lo que debería ser poco más que un primalón. Siempre es bueno tomar referencias para adivinar el tamaño del guarro, aunque no hay nada como la "primera impresión" para estar seguro de que el guarro que tienes delante es un bicho "serio". Claro que eso nunca es una ciencia exacta, por lo que tanto las referencias como la visión nocturna, en mi caso los binoculares, son parte de la ayuda que debe ayudarte a distinguir el visitante que tienes enfrente.


Con los nocturnos tuve la ocasión de disfrutar de las correrías del cochinete que remató bebiendo en la charca. Disfrutaba viéndole cuando repentinamente dió unos pasos rápidos y se salió de la charca. Conozco esos pasitos... algo le asustaba. Le vi arrancar hacia el sur, pararse de golpe tras quince metros para girar ciento ochenta grados y salir corriendo hacia el norte. Fué en esa carrera cuando le vi brillar los ojos...


Como sospechaba allí estaba, el guarro que antes de entrar provoca la estampida de los visitantes presentes, señal de que lo que entra avisa de su señorío. Con pecho ancho y culo escurrído, como los chulos de playa, como me gustan los guarros, allí andaba el visitante que seguramente esperaba.


Hasta que el cochinete no se escabuyó por el perdedero que esa charca tiene por el norte, no terminó de avanzar el guarro hacia la charca, observándola hasta entonces pegado al tronco de una chaparra que seguro le hacía sentirse protegido. La hecura de macho y su tamaño significativamente mayor que el anterior, me llevó a confirmar directamente lo que sospechaba. Así, en cuanto anduvo un poco le busqué el pincel con los binoculares, distinguiéndolo sin mucha dificultad.


Tenía claro que era un macho, aunque no se que había que no me cuadraba. Le vi rondar por la parte posterior de la charca y empezar a beber, La verdad es que no sabía como estaba el nivel de agua, pues no lo distinguía desde mi posición. Pero me sonaba a guarro tirable y decidir ir a por él.


Dejé los binoculares nocturnos, sin ruido, y me agarré al rifle intentando cuadrar el cochino en la cruceta, pero la ausencia absoluta de luna no permitía verle, a pesar del Swarovsky. Con toda la confianza renovada en la luz de led rojo, tras matar el "guarro del beso" apreté el pulsador...


Coño, no veía !! La linterna me fallaba, con el guaro en plaza !!


Pocas veces me había fallado la Ledwave, tan sólo hace unos años con la "guarra de la discoteca", pero es que a veces había que recargar las pilas... Esta vez era distinto, el led no parpadeaba, como cuando le falta batería, sino que lucía "poco", apenas quince metros... Era la segunda espera seguida que me pasaba eso. Por el visor no veía más que sus ojitos brillar, casi no distinguía la silueta, si acaso un poco el lomo. Tocaba el cable de la linterna, pero no cambiaba. Y el guarro allí, bebiendo... y yo sin luz...


Pero lo perfecto es enemigo de lo bueno. Tenía que tomar la decisión. Así que con esa "chispa" de luz, centré la cruz en sus ojos brillantes, monté el pelo y calculé por el lomo donde tendría el codillo "alto", ahí donde los guarros casi juntan corazón, pulmones y columna...


BOUMM...


Al tiro, el guarro salió corriendo por donde había entrado, para luego describir una semicircunferencia hacia el perdedero del norte... Esa semicircunferencia no es la primera vez que la veo, la última vez hacía unos pocos días, con el Guarro del beso. Rompía monte hasta que dejé de oirlo a escasos metros, me daba la sensación que... en fin, ya veremos... otra vez a pasar el examen de nervios!


Llegó mi socio pasado un rato largo, a él le había entrado una piara y al no sentir más y escuchar el tiro se vino rápido a buscarme a ver que había liado esta vez...  Además, andábamos bajo cero, por lo que cualquier escusa ya era casi buena, después de cinco horas al raso...


Se acercó él a la charca a mirar si había sangre detrás de la misma, donde le dije que le había tirado, mientras yo metía los archiperres en el coche. Me extraño cuando me dijo que no veía sangre... Así que cogí mi linterna blanca y pasito a pasito, con mis muletas, me acerqué a buscar yo también


Efectivamente, ni sangre ni arrancada!! que raro.. El hacía círculos por detrás de la charca buscando sangre, mientras yo con el zoom de la linterna procuraba mirar más en detalle. Pero no veíamos nada. Llevábamos ya un rato largo sin ver nada, pero estaba tan seguro de que había encajado el tiro que me costaba creer que no le hubiese alcanzado.


Entre mis muchos defectos, tengo el de no coger bien las referencias en la caza, lo que supone sorpresas durante su ejercicio: desde no encontrar las reses hasta encontrarte el guarro de pié a mitad de camino de donde iba a pistearlo. Conocedor de esa carencia, decidir mirar desde donde estaba hacia donde había estado sentado "por si acaso". Así fué como, haciendo la línea recta con la linterna, descubrí en el borde opuesto de la baña, que tendrá entre dos y tres metros de diámetro, una gran mancha oscura sobre el cemento. Acercándome un poco más y centrando la linterna descubrí un impacto de sangre de unos 30 centímetros de diámetro... La sonrisa se me dibujó en la cara mientras susurraba: 

- Aquí!!

No fué dificil seguir el rastro con esa maravillosa linternilla de led blanco, que se ha convertido en herramienta indispensable en mi macuto para pistear por la noche. Normalmente no pistearìa de noche, y menos con muletas como iba, pero los manchones de sangre eran tan grandes que, junto con los ruidos escullados tras el tiro, sospechaba que no tardaríamos en encontrarlo muerto. así fue, a no más de cuarenta metros, yacía un machete que, con hechuras de macareno, resultó apenas ser un guarrillo de cincuenta kilos.




El gran... machito. El tiro, bien colocado,
  lo tenía por el otro lado, no salió

Varias conclusiones saqué de esta espera. La primera, como no, la primera tablilla (aunque chiquitaja) de este coto. La segunda, a veces las hechuras hay que contrastarlas con las referencias y ser más racional antes del tiro. Tercera: me compré otra linterna de led rojo para que, si me falla una linterna roja tenga otra en alternativa, tal es mi confianza en que los guarros no se mueven con la luz roja si la manejas adecuadamente. Y cuarta: además del frontal, esa linternita blanca es la segunda vez que me permite seguir sangre por la noche, que buena es!, fijaros que la foto del guarro está hecha no con flash sino con la linterna blanca. Hay un último punto: el segundo guarro seguido que pisteo, es cierto que con las Norma punta de plástico andan poquito, pero es cierto también que pocas veces me han caido sobre sus pies... Las pongo en observación severa...


En cualquier caso, tres visitas hasta que pegué con el sitio y aire adecuados, lo que engrandece el lance, aunque el resultado sea EL GRAN... MACHITO



Una tablilla de un machete que me costó tres
viajes y cuyo comportamiento le salió caro